Desde la aparición del ser humano y hasta la actualidad, los hongos han jugado un papel relevante en su alimentación. En particular, en México se reconocen más de 450 especies alimenticias, lo cual destaca su importancia en el territorio nacional y coloca al país como uno de los que poseen mayor cultura de hongos comestibles.
Las comunidades locales y los pueblos originarios del país, son los principales portadores del conocimiento derivado del consumo de estos organismos. Dichos saberes incluyen a las características utilizadas tradicionalmente para diferenciar los hongos comestibles de los tóxicos, la preparación de platillos y su nomenclatura.
El conocimiento tradicional se ha desarrollado particularmente en el área central del país debido a su rica herencia cultural prehispánica. En esta zona, algunas comunidades se conciben a sí mismas como “comunidades de hongueros”, ya que existe una gran cantidad de familias dedicadas a la recolecta y venta de hongos comestibles, principalmente durante la temporada de lluvias.
De esta manera, las actividades de recolección de hongos silvestres por parte de los “hongueros”, brindan a los pobladores de distintas comunidades un sustento económico y la posibilidad de enriquecer y variar su dieta. Además, en conjunto con el conocimiento micológico tradicional, representan una parte fundamental del patrimonio biocultural del país.
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